Pon a punto tu coche para el otoño

09/10/2018   Consejos

En estos últimos días, hemos notado una bajada brusca de temperaturas que nos indica que el otoño ha llegado para quedarse. Por eso, es el momento propicio para preparar tu coche para el frío y las lluvias que nos acompañarán hasta la próxima primavera y que pueden afectar a las condiciones de la conducción, incidiendo directamente en tu seguridad.

El frío, las precipitaciones o las heladas son factores que afectan al estado de conservación de los elementos que componen el vehículo. A continuación enumeraremos los componentes que más sufren con el cambio de estación, así como unas recomendaciones para su correcto mantenimiento.

Prepara tu coche para el otoño

- Neumáticos: dado que son el único punto de contacto entre el coche y el asfalto, es fundamental revisar y comprobar que estén en buen estado. La época estival, normalmente asociada a un aumento en la cantidad de kilómetros, puede provocar el desgaste de las gomas, por lo que debemos asegurarnos de que las ruedas tengan un dibujo de al menos 1,6 milímetros de profundidad y no presenten abolladuras, grietas ni un desgaste excesivo. Además, es aconsejable cambiarlos si tienen más de cuatro años.

- Batería: de su buen estado depende el correcto funcionamiento de todos los componentes electrónicos, como los sistemas de a bordo, el control de tracción, la estabilidad, la dirección o el ABS, y eléctricos (faros, alarma, gps, radio…). Además de ser una pieza que sufre mucho con las altas temperaturas y con los cambios térmicos, en otoño e invierno el coche tira más de ella, por lo que, para evitar sorpresas, hay que comprobar cuánto le queda para finalizar su vida útil. Para determinar su estado, debemos prestar atención al tiempo de arranque y al ruido.

- Frenos: unos frenos en mal estado hacen que sea necesaria una mayor distancia para frenar, especialmente sobre mojado. Para garantizar su correcto estado, hay que revisar los discos cada 20.000 kilómetros y antes de largos desplazamientos, atendiendo a su estado, espesor y superficie de frenado. Al cambiarlos, se deben sustituir también las pastillas y los latiguillos y hacerlo por eje, para asegurar una frenada equilibrada que garantice la estabilidad del vehículo.

El freno de tambor debe cambiarse cuando esté deformado, con ranuras profundas o cuando su diámetro interno esté cercano al máximo indicado por el fabricante. Al hacerlo, habría que sustituir también todos los elementos que sufren desgaste, como los cilindros de ruedas, las zapatas, el tensor automático, los muelles y los seguros. Las pastillas de freno deben tener un grosor mínimo de 2 milímetros, mientras que el líquido de frenos hay que cambiarlo cada dos años o entre los 40.000 y los 60.000 kilómetros.

-Escobillas: las altas temperaturas del verano han podido resecar las gomas de las escobillas limpiaparabrisas. Por tanto, conviene comprobar que no estén cuarteadas y no dejen rastros de suciedad que dificulten la visibilidad, así como cambiarlas cada año y emplear un lavaparabrisas homologado. 

- Luces: en esta época los días son más cortos y aumentan las precipitaciones, por lo que debemos asegurarnos de que todas las luces del coche alumbran correctamente y no hay ninguna fundida. 

- Aceite: debemos cerciorarnos de que está en los niveles adecuados y cambiarlo cuando está muy oscuro (especialmente en los coches de gasolina, ya que en los diésel es más habitual que se oscurezca). Para su sustitución, deben seguirse las recomendaciones del fabricante, pero, por lo general, ésta debe hacerse cada dos años o entre los 5.000 y los 30.000 kilómetros.

- Filtros: su buen estado es importante para que los fluidos que entran al motor lo hagan completamente limpios. El filtro del aceite suele cambiarse cada dos años, y el de combustible, cada uno o dos años.

- Suspensión: una suspensión en buen estado proporciona un mejor comportamiento del vehículo, una mayor estabilidad y una adecuada capacidad de detención. Por ello, se recomienda revisar los amortiguadores cada 30.000 kilómetros. Dado que éstos interfieren en el correcto funcionamiento del EPS y del ABS, su incorrecto mantenimiento aumenta la distancia de frenado y puede provocar la pérdida del control de la dirección o hacer que el coche sufra aquaplaning. Hay que tener en cuenta, además, que unos amortiguadores en mal estado hacen que aumente el desgaste del resto de las piezas, por lo que se recomienda cambiarlos entre los 65.000 y los 90.000 kilómetros.

- Líquido refrigerante: se encarga de mantener el motor a una temperatura constante (entre los 90 y los 92 grados centígrados) y es el que hace funcionar la calefacción en invierno, por lo que es muy importante que esté en los niveles adecuados.

No podemos olvidar que un correcto mantenimiento del vehículo es la mejor garantía de seguridad, por lo que no te la juegues y pide cita en tu taller de confianza

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